Domingo 12 de Febrero 2011
Evangelio según San Marcos 1, 40-45.
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso suplicándole, y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso suplicándole, y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.
Sábado 11 de Febrero 2011
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Evangelio según San Marcos 8, 1-10.
En aquel
tiempo, habiendo de nuevo mucha gente con Jesús y no teniendo qué comer, Él
llama a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque hace
ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en
ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido
de lejos». Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a
éstos aquí en el desierto?». Él les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos
le respondieron: «Siete».
Entonces Él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Entonces Él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Viernes 10 de Febrero 2011
Evangelio según San Marcos 7,31-37.
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete". Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
Jueves 9 de Febrero 2011
Evangelio según San Marcos 7,24-30.
Después Jesús
partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que
nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer
cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a
postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de
origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. El le
respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de
los hijos para tirárselo a los cachorros". Pero ella le respondió:
"Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las
migajas que dejan caer los hijos". Entonces él le dijo: "A causa
de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija". Ella
regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del
demonio.
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